EL COMERCIO BINACIONAL, UN GRAN DILEMA
Los negocios entre Colombia y Venezuela se manejan por las trochas

Los últimos 25 años presidenciales: (13 de Hugo Chávez y 12 de Nicolás Maduro), han sido terribles para el comercio entre Colombia y Venezuela.
El intercambio comercial, que era funcional, se ha visto enlodado. Chávez (Q.E.P.D.) y Maduro tomaron represalias con su vecino por no estar de acuerdo con sus políticas y como arma le han colocado restricciones a los negocios, situación que ha perjudicado a los empresarios colombianos, que les vendían toneladas de comida y prendas de vestir: calzado y ropa, y otros productos a los comerciantes venezolanos, por la vía legal, y tras el cierre parcial de la frontera, han tenido que volver a utilizar las trochas, metiéndose en la boca del lobo, por las acciones de las autoridades y la delincuencia, que hacen y deshacen a lo largo de los más de 2 mil kilómetros fronterizos.
El comercio no puede parar: Colombia es una despensa de Venezuela y, lloviendo o haciendo sol, se tienen que pasar artículos de primera necesidad. El intercambio comercial, legal o ilegal, funciona a diario, convirtiéndose en una especie de empleo, sin importar que se exponga la vida, lo importante es ganar dinero.
La autoproclamación de Maduro como presidente por tercera vez de los venezolanos, aumentó el caos para Colombia, que, además de tener que hospedar a miles de migrantes y darles trabajo, está viendo cómo crecen los negocios. Los ingresos por venta de comida, calzado, ropa y elementos de primera necesidad, cayeron a lo mínimo, lo cual exige que se tomen cartas en el asunto… Colombia no puede continuar siendo la casa de más de 2.5 millones de venezolanos.
Una cosa es la solidaridad y la hermandad y otra bien diferente poner en riesgo la estabilidad económica de Colombia, que por ayudar al vecino está descuidando el bienestar y calidad de vida de su gente.

Lo que parecía una reactivación comercial se volvió incertidumbre, por la continuidad de Nicolás Maduro. Tanto así que muchos de los empresarios y comerciantes del sistema moda instalados en Cúcuta están regresando a Bogotá y a otras ciudades, porque no hay a quien venderle el calzado y la ropa que producen.
Los venezolanos son clientes de los zapatos y el vestuario hechos en Colombia, pero hoy, si acaso, tienen con qué medio alimentarse. Por consiguiente, es mejor regresar, no se puede jugar a pérdida y más si no se sabe hasta cuándo permanecerá Maduro en el Palacio de Miraflores, dicen los zapateros colombianos, que trastean sus corotos a sus lugares de origen, confiados en que pronto habrá soluciones y estarían dispuestos a instalarse en la capital de Norte de Santander, que está en alerta roja por la violencia que se vive en el Catatumbo.
En medio de tantos sinsabores, algunos venezolanos, asociados con colombianos, están fabricando zapatos en su país. Están aprovechando el aprendizaje que adquirieron durante su permanencia en Bogotá, Bucaramanga y Cúcuta, entre otros, dándose el lujo de comercializar a precios cómodos, por encontrar materiales directamente traídos de China, que es otra pesadilla para los distribuidores de insumos de Cúcuta, a quienes se les está saliendo de sus manos este mercado.
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