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Foto del escritorJOSÉ YESID ÁNGULO CAMPOS

El cambio no dependerá solo del presidente Gustavo Petro, es un compromiso de todos.

EL GRAN DESAFÍO


El cómo sobrevivimos, es un enigma, pero de que salimos adelante, no hay duda; dependerá de cada uno de nosotros si habrá un mejor futuro.

Nuestra raza se acostumbró a manejar variables, pero esta sí que es bien importante, en lo económico y social. Eso de que quien no está muerto, pelea, es cierto. Nadie, mientras le palpite el corazón, tenga la mente lúcida, salud, pensamientos profundos, las manos sueltas y los pies libres, le perderá la huella al cómo tendremos una mejor calidad de vida.

Menos en Colombia, en la que hay de todo, pero hemos llegado a unas instancias lamentables, que debemos superar con inteligencia y sacrificio. No somos pobres, nos han llevado a la miseria unos ladrones… que se valieron de artimañas para quedarse con lo pulpo, dejándole el hueso a quienes realmente le dan identidad a la Nación, con un desarrollo micro empresarial que causa envidia, comenzando por el ímpetu empresarial y la mano de obra calificada, que está vigente y habrá que rescatarla.

¿Será que la clase política no entiende? Aprovecha la riqueza para su bien, en vez de fortalecer industrias, como las del cuero y calzado, textiles y confecciones, que tienen tanto que ofrecer a cada persona, quien, sin importar el estrato, tiene que vestirse, pero quienes tienen la fórmula prefieren que se acabe lo nuestro para darles cabida a los zapatos y ropa chinos.

El diagnóstico sobre la base det la economía nacional, de la cual pocos debaten, es triste: un 85-90 por ciento de los micros y fami empresarios de la industria de la moda, en la que zapateros y confeccionistas son primordiales, han dicho ‘no más’. Lo cual es un batazo al empleo y la mano de obra, que concentra a miles de madres y padres cabezas de familia.

Lo que les espera a Gustavo Petro y a su equipo de trabajo, es difícil… tienen un reto inmenso, que deberán afrontar con sapiencia y calculadora en mano. El plan de inversión es billonario, situación que lo obligará a aplicar el “busquemos allí” (reforma tributaria e impuestos) sin tocar la clase media baja, para que vuelvan a florecer las microempresas y así garantizar ocupación, que es lo que más pide la gente, que está asustada por el crecimiento de precios de los alimentos y de servicios básicos, que están inmanejables.

‘San Petro’ tendrá que ser metódico en absolutamente todo. No darles motivos a sus detractores para que lo crucifiquen. Los primeros 100 días de gobierno serán esenciales para conocer su eficacia como jefe de Estado. Pocos le perdonarán errores, por consiguiente, deberá manejar la metodología del apretón a quienes tienen más, sin que a nadie le duela, para que las clases menos favorecidas tengan algún alivio, mientras encarrila la pequeña economía, que es la que más está sintiendo los efectos de la pandemia y de una crisis que se agudizó por el desempleo y los escasos ingresos de la gente, que ha dejado de consumir prendas de vestir para proteger lo prioritario.

La era Petro subirá el telón el 7 de agosto, en medio de incertidumbre y expectativas. Su tendencia política (izquierda) hace que muchos, especialmente inversionistas, piensen que vamos rumbo hacia otra Venezuela, lo cual sería catastrófico para el país, que se ha caracterizado por la democracia y libertad.

El cambio no tendrá que ser tanto en lo político, sino en desarrollo sostenible, que es donde más se está evidenciando el desequilibrio. Es más bien hacer ajustes sobre lo construido, para que paulatinamente se vayan enderezando las cargas: no es ningún secreto que la pobreza absorbió a más de un 60 por ciento de la población y con estrategias emergentes se tendrá que buscar soluciones para reactivar las micro, fami y pequeñas empresas, como las de la moda y la agroindustria, que garantizan puestos de trabajo, pero que, por carencia de capital, cayeron en desgracia.

El Plan Petro está dando indicios de que se podrán afinar muchas cosas. Sin embargo, esto no será de un día para otro. La experiencia del ministro de Hacienda José Antonio Ocampo y de la ministra de Agricultura Cecilia López jugará un papel trascendental en la aplicación de acciones que cambien el pesimismo por el optimismo.

Sobre Ocampo y López recae la responsabilidad de conseguir los recursos y terminar con la zozobra de los altos costos de los alimentos, que tienen a más de uno haciendo dieta… obligatoria.

Mientras el gobierno Petro no entre en escena, es un atrevimiento decir si el cambio era conveniente y que estábamos en mora de dar el paso, para que la economía integral favorezca a muchos y no a unos pocos.

La mediana empresa, con alas para volar, será siempre sinónimo de empleo y bienestar. Los zapateros, confeccionistas y afines, al igual que otras líneas de la producción, esperan con ansiedad que les digan ¡Estos son los recursos para que vuelvan a encender los motores del aparato productivo, de sus micro y pequeñas industrias!

¡Dejen trabajar a Gustavo Petro, solo el tiempo dirá si era el presidente que necesitaba Colombia!


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