POSPANDEMIA FINANCIERA
Por: José Yesid Angulo Campos
Director-Fundador Periódico El Peletero: 27 años
Buscar culpables del porqué de la delicada situación social que estamos viviendo, es lo más elemental.
No hay que gastar neuronas para descubrir que son las secuelas de la pandemia, que dejó temblando la productividad, que no está concentrada en los grandes emporios, sino en las micro, fami y pequeñas empresas, que son el motor del desarrollo.
La moda hoy es hablar de inteligencia artificial; le seguimos la huella a la transformación, pero que se diga alegremente que a través de la tecnología se recuperará el terreno perdido que nos dejó la pandemia, ahí sino… la mano del hombre es y será indispensable. Es necesario reaccionar con coherencia para rescatar la calidad de vida, que está vuelta una colcha de retazos, por el debilitamiento de la base de la economía, que busca, pero no encuentra fórmulas inmediatas que saquen de la angustia a una mediana sociedad, que con el rebusque trata de sobrevivir, mientras que quienes lo tienen todo, aprietan y aflojan, según las conveniencias.
Estabilizar la economía es un reto de todos: los gobiernos tendrán que invertir en las famiempresas, de lo contrario las brechas continuarán agrandándose, con el riesgo de que no se sabe a dónde vamos a llegar, que se comienza a sentir por la carencia de oportunidades y el a como dé lugar tengo que conseguir la alimentación y lo básico que requiere una persona.
La industria de la moda, como se ha dicho siempre, garantiza trabajo, pero los curtidores de cuero, fabricantes de calzado, marroquinería y afines, no encuentran en el Estado el apalancamiento que los estabilice en los mercados, lo cual es grave. La teoría le continúa ganando a las acciones, a tal punto que muchísimos actores de la zapatería y las confecciones siguen haciéndose a un costado. Les sobra sabiduría, pero sus genialidades están muriendo lentamente, mientras que quienes dicen estar empoderados por ellos, con pocas excepciones, se quedan con los recursos, aprovechando la ingenuidad de quienes les creen a las promesas falsas… avalando cuanto plan les presentan, que en teoría son buenos, pero en la realidad, no, lo cual está a ahondando el empobrecimiento.
Las buenas intenciones del gobierno están, por ejemplo, en quienes manejan los recursos de la industria de la moda, que requiere dinero constante y sonante para fabricar y comercializar calzado y ropa; quienes mediante cursos virtuales demuestran, para cobrar, que la transformación es inatajable, que Colombia está al nivel de los mejores, lo cual es mentira: zapateros y confeccionistas están saliendo del mercado por montones. Un 80 u 90 por ciento de los micro, fami y medianos empresarios ya no hacen parte del sector, lo cual exige una revisión urgente de a qué bolsillos va la plata de los emprendedores.
Los cambios del gobierno de Gustavo Petro deben ser graduales, nada se podrá modificar sin antes revisar qué se debe y qué hay para invertir, y allí es donde está la piedra en el zapato: las deudas y compromisos son millonarios, mientras que para invertir es poco lo que existe, la situación es apremiante para la economía invisible, que no figura en ningún proyecto viable, que le favorezca, por la cantidad de ocupación que genera, a cambio de nada… en vez de premiarlos, los castigan con la indiferencia.
Invertir en los emprendedores y en la economía popular, no da más espera. Inyectarles dinero tendrá que ser un compromiso efectivo. En el primer año del “Gobierno del cambio” el plan de inversión pinta bien, la pregunta es: ¿en manos de quiénes están los recursos y cuáles son las estrategias para rescatar y fortalecer a zapateros y confeccionistas, a quienes no tienen en cuenta a la hora de armar los programas y cómo invertir?
Los zapateros y confeccionistas carecen de representatividad en el alto gobierno. Los voceros son mandaderos de los políticos, que le dicen a todo sí, en representación de las aglomeraciones, por un simple abrazo, aplauso o un tamal. No más fantasmas en el sistema moda de Colombia, que requiere dolientes de pura verdad.
Basta: los zapateros y confeccionistas merecen respeto y apoyo por ser actores del desarrollo empresarial de Colombia.
Los gremios hablan durísimo… vociferan, pero no se les ve en las barriadas, que es donde están los maestros del calzado, ropa y afines, a quienes involucran para demostrar una fuerza que en la realidad no tienen, pero que, por tener los medios y el poder económico, se hacen importantes e influyen en el crecimiento empresarial y el bienestar de quienes hacen de la pequeña economía un fortín.
Mil gracias y mil bendiciones a quienes nos felicitaron y elogiaron por los 27 años del Periódico El Peletero, que no es de quien lo produce, sino de quienes lo saben utilizar para ampliar conocimientos y mostrar sus novedosas tendencias de moda.
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