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Foto del escritorJOSÉ YESID ÁNGULO CAMPOS

¡QUÍTENSE LOS GUANTES!

Escasas propuestas de los candidatos a la Presidencia. Colombia necesita un plan urgente para superar la crisis económica y la impunidad.



Quienes pasamos el listón de los 50 años de edad, estamos sorprendidos por la manera como los candidatos a la Presidencia de Colombia están exponiendo sus tesis, que en el pasado eran nutridas de ideas y con salidas coherentes, pero ahora están plagadas de agresividad para demostrar quién es el más fuerte, no el estratega que nos sacará del fango.

Colombia necesita un mandatario con poder de decisión e intereses comunes. Que piense en 50 millones de habitantes, 21 millones de ellos en la pobreza, 7 millones en la extrema pobreza; que solucione el enorme desempleo y fortalezca una economía débil, lo cual quiere decir que el Estado está siendo inferior a su responsabilidad y que, con urgencia, el próximo jerarca deberá buscar fórmulas que nos saquen de la hambruna y de una impunidad rampante que tiene en riesgo la institucionalidad.


José Yesid Angulo Campos

Con crecimiento empresarial y ocupación, desaparecerán las enfermedades, la violencia y la inseguridad. Las personas con las mentes ocupadas sólo piensan en cómo mejorar su calidad de vida. A los problemas hay que madrugarles. Cuando se dejan avanzar se vuelven crónicos.

Analizando las propuestas de los aspirantes a presidente, encontramos que no tienen definido el plan con el cual nos sacarán del caos que nos está dejando el Covid-19, que se acrecentó después de las elecciones de los Representantes a la Cámara y el Senado, por el misterioso conteo de los votos, que tiene a los empresarios pensando en si vale la pena inyectarles a sus fábricas de calzado y ropa, al igual que a otras líneas de la base del desarrollo industrial y comercial, plata, para crear más empleo y estabilizar sus negocios.

Los políticos frenaron la economía en seco. Mucho más porque, en vez de dar luces sobre cómo solucionar los problemas, están sacándose los trapos al sol. El administrador que sea elegido el 29 de mayo (en primera vuelta o después en la segunda) por ahora es una incógnita. Está importando más lo político, de qué familia proviene, cuál es el poder monetario y quiénes son sus aliados; cuando lo que se busca es un ‘mesías’ que lleve entre pecho y espalda el don de un buen servicio, para que vivamos bien en la considerada maravillosa Colombia, que, con un excelente guía, será más encantadora.

La economía es fundamental en esa decisión, lo mismo que la paz y el cese al fuego. El nuevo presidente tendrá que dar garantías, en todos los aspectos; de lo contrario, la angustia continuará haciendo estragos y la ‘paganini’ será, como siempre, la clase trabajadora, que ha encontrado en el sistema moda un apoyo incondicional de 142 mil unidades productivas (visibles) y de 6 a 8, del mismo calibre, que no figuran en el radar gubernamental.

Queremos escuchar propuestas convincentes de los candidatos. El debate no puede ser un cuadrilátero… Tampoco se quieren promesas irrealizables. Los planes deben proyectarse de acuerdo a lo que es la economía de Colombia, que tiene demasiado de donde sacarle provecho.

Los zapateros, confeccionistas y afines, lo mismo que la agroindustria, son capaces de darle un vuelco a la actual situación: de convertir las falencias en fortalezas… en oportunidades. Quien reemplace a Iván Duque, con un equipo de trabajo más técnico, que ‘guglenico’, que interprete la realidad y con una estrategia lejos de la politiquería, pondrá a Colombia a sonar como un país mucho más pujante de lo que es, por su riqueza. No por el narcotráfico, pobreza, conflicto y corrupción; por las bondades económicas que tiene, que están siendo opacadas y desaprovechadas por quienes dicen querer el país, y sus acciones señalan lo contrario: se lo están devorando a pedazos, con un descarado saqueo, que se volvió incontenible, que deberá terminar poniendo en la cárcel a quienes sin escrúpulos desafían las leyes, valiéndose del dinero y de la fuerza bruta.

Las normas y las leyes no se negocian. El que la hace la paga. El colombiano es culto, por tradición. Lástima que el facilismo lo haya llevado a prácticas que no concuerdan con lo que somos. Aún podemos mejorar para que seamos un modelo económico y social.

Zapateros, confeccionistas, actores del sistema moda y de la pequeña economía, a votar por el candidato de sus preferencias… ¡pero a conciencia! A dejar de lado el sentimentalismo, el ‘es que no me dan’, ‘es que no me regalan’. El mejor regalo que nos da la vida es el trabajo: si producimos y somos honrados, tenemos derecho a exigir, a hacernos respetar.

ALLÁ: Oremos para que la guerra que le declaró Rusia a Ucrania termine cuanto antes. Rusia, más que querer apoderarse de Ucrania a sangre y fuego lo que está haciendo ver es que también es una potencia. Que Estados Unidos y China no son los únicos todopoderosos del planeta.

AQUÍ: A los terroristas y delincuentes que intentan desestabilizar a Bogotá y varios lugares de Colombia, se les tendrá que aplicar todo el peso de la Ley, sin contemplaciones. Nada de miedo.

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