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LA MICROEMPRESA, PRIORITARIA EN EL CAMBIO

El próximo gobierno deberá jugársela por los zapateros, confeccionistas y afines, quienes son ases del empleo.


Porque lo vivo, soy un convencido de que, si les dan la mano a las industrias tradicionales, Colombia tendrá a corto plazo un nuevo amanecer en empleo, alimentación, salud, educación y seguridad.

Sobre esos cinco pilares, el nuevo gobierno, presidido por el economista Gustavo Petro, deberá diseñar su estrategia, que está, pero es más teoría que acción, lo cual ha creado un manto de dudas en la raíz de la productividad. La industria de la moda, con los curtidores de cueros, zapateros, textileros, confeccionistas y afines, tiene demasiado que aportarle al desarrollo y bienestar del país, que padece un estancamiento a nivel de la micro y famindustria, por lo que es necesario detener la angustia, el hambre y la desocupación.

Gustavo Petro tiene un inmenso desafío; un cambio que requiere muchas voluntades: políticos, empresarios, comerciantes, líderes y cada individuo, que deberán unir fuerzas para buscar un equilibrio que les garantice calidad de vida a 50 millones de colombianos, 31 de ellos en pobreza extrema… quienes, más que unos pocos pesos, lo que piden son oportunidades laborales y capital de trabajo para ejercer sus conocimientos. Desde cualquier ángulo del desarrollo

Aquello de que les llenen la barriga a quienes se acostumbraron a recibir migajas, deberá ser algo pasajero, de lo contrario continuará ampliándose la brecha, que es bastante preocupante, entre quienes viven del ¡deme! y quienes sudamos la camiseta. Un ejemplo patético: los protagonistas de la industria de la moda.

El gobierno está para garantizarle a cada individuo lo prioritario: salud, educación y seguridad. La comida debe justificarla, a través de un trabajo y educándose. La Pandemia minimizó la industria y comercio de zapatos, confecciones y afines, llevando al gobierno a brindar ayudas integrales para que las empresas sostuvieran a sus empleados, durante los 2 años del Covid-19.

Pero no todas recibieron dinero. Las empresas organizadas, al día en impuestos y con empleados contratados bajo las normas laborales, fueron favorecidas con 350 mil pesos, el otro porcentaje del salario mínimo legal lo asumió el industrial, que hasta donde tuvo fuerza en la caja, soportó el embate. Después los micros y medianos empresarios del calzado y ropa dijeron adiós; un 85 por ciento de los zapateros desapareció y con ellos miles de operarios, dejando el sector sin mano de obra.

En este paquete fueron pocas las microempresas que tuvieron acceso, por su informalidad. Si acaso un 10 por ciento salieron favorecidas, y no es gratis: a muchas les están llegando cuentas de cobro.

¿Era un subsidio, una ayuda o un préstamo para pago de nómina?, se preguntan los zapateros y confeccionistas, quienes, con factura en mano, muestran su decepción. Nos ha tocado pagar. Lo gratis nos salió caro, dicen.

Hay suficientes razones para que los industriales de la industria del vestuario, no crean. El presidente Iván Duque Márquez visitó los zapateros y afines del barrio Restrepo de Bogotá y los acompañó en las Ferias del Cuero y Calzado en Corferias; los elogió, pero de allí no pasó. Fue un mandatario que hizo soñar a los zapateros del Restrepo Ampliado. Inclusive a mí me ilusionó. Nos quedamos esperando la transformación.

Alguna vez, durante una Feria del Calzado, le dije: estimado señor presidente (Iván Duque), porque no hace una profilaxis en los mandos medios de su gobierno, para que apoyen al sector zapatero. Nunca dijo que no. El bien intencionado Iván Duque quiso apoyar al sector zapatero de Bogotá y de Colombia, pero las maquinarias políticas no le obedecieron, y lo hicieron quedar como un zapato, como un mentiroso.

Ahora, con Gustavo Petro, nace una nueva expectativa. El jefe de Estado, que asumirá el mando el próximo 7 de agosto, durante su alcaldía de la Bogotá Humana les organizó a los zapateros del Barrio Restrepo Ampliado el Plan Zasca, que es histórico… dejó huella. A Petro no lo dejaron terminar su mandato y allí terminó el ambicioso programa de los zapateros, al que después Enrique Peñalosa dejó en cuidados intensivos y Claudia López le dio el tijeretazo.

En el siguiente paso de Gustavo Petro con los zapateros del barrio Restrepo, pero con óptica nacional, se espera que el presidente le dé a la industria de la moda la importancia que merece, por el empleo e impuestos que genera. La ilusión no ha muerto; con Petro y la vice Francia Márquez en la Casa de Nariño… los zapateros y confeccionistas podrán seguir soñando con pasos y puntadas afinados de crecimiento y sostenibilidad.

La estrategia actual no está beneficiando a los zapateros y confecciones, lo cual exige que se diseñe una tarea especial desde el Ministerio de Industria y Comercio (Mincit), donde son eruditos en cursos, discursos y virtualidad… Colombia no vestirá a su gente y la tan sonada internacionalización no llegará, sin antes mirar la base, que requiere impulso para entrar a las grandes ligas del calzado y ropa. Lo primero será reorganizar la casa y darle paso a la reapertura del comercio binacional con Venezuela, que consume millones de las prendas que producen los colombianos. Al igual que alimentos.

Con José Antonio Ocampo en el Ministerio de Hacienda, Petro busca equidad y dinamismo, pero, ante todo, darles herramientas a las microempresas de la industria de la moda y otras líneas de la economía, que no están sintiendo el espaldarazo estatal.

Gustavo Petro conoce el valor de la industria de la moda, y de él los zapateros, confeccionistas y afines esperan un mejor mañana. Una presión más frentera al contrabando y al lavado de activos, también es indispensable, según expertos; de lo contrario, la aplanadora seguirá pasando por encima de la productividad nacional.

También es necesario que ponga mano dura con las importaciones de vestuario, materias primas y a la subfacturación; que se traiga lo que se necesita, bajo fórmulas que bajen los costos de transporte y una alianza con los chinos para agilizar la importación de insumos para calzado, textiles, confecciones y afines. Eso sí, sin menoscabar a las consideradas súper empresas, que le dan identidad a la economía colombiana; que es el temor de muchos, lo cual no sucederá… el cambio no debe ser para empobrecer a los ricos y llenarles los bolsillos a los pobres. No. El desarrollo económico tiene que garantizar calidad de vida, con empresas sólidas, que dan empleo, pagan impuestos y bienestar, mientras que las micros y famis tienen por esforzarse por alcanzar estatus, tomando como modelo la organización de quienes invierten para ganar y hacer felices a los demás.

No sé si el señor Jesús me permitirá ver a nuestros zapateros y confeccionistas en los mejores mercados del mundo; pero si soy testigo de que la industria de la moda de Colombia se afiance en las pasarelas del país y del área, con eso me conformaré. El sector vestuario no soporta más olvido, más engaños e indiferencia del Estado.

Los zapateros, confeccionistas y afines colombianos consideran que ha llegado el momento de laborar con firmeza y que sus mejores soportes serán los consumidores que dirán siempre: ¡Yo compro lo nuestro, lo hecho en mi país!

El abrazo rompe costillas con Rodolfo Hernández, a quien derrotó en las urnas, y el cara a cara con su más encarnizado rival Álvaro Uribe, dan a entender que un cambio bien llevado nos conviene a todos. Que a partir de allí, todo sería desazón.

¡Señor presidente Gustavo Petro, la gran economía y la microindustria de la moda están comenzando a tomar confianza en su plan de gobierno!


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