LAS SOLUCIONES… DONDE ESTÁN
LA escena es simple, sucede en el barrio Restrepo de Bogotá. Quiero comprar un cinturón de moda, bien confeccionado, hecho por manos colombianas. El fabricante me muestra un surtido variado y vistoso. Escojo una correa y le pregunto el precio. Oh, sorpresa, vale la tercera parte que las ofrecidas en un centro comercial.
Igual me pasa con un cliente al que le vendo cuero. Él hace botas casuales, cómodas, con materias primas de alta calidad, estilos de vanguardia. Nada que envidiarles a las grandes marcas mundiales. Otra vez viene el interrogante, ¿cuánto cuesta el par? Quedé atónito con la respuesta. Menos de la mitad que en cualquier almacén de cadena.
Hace muchos años la gente iba al tradicional y cotizado barrio para adquirir calzado de calidad a precios razonables. Su prestigio superaba el ámbito local. Las viejas generaciones pueden recordar con mucha nostalgia cuando sus padres hacían la correría por el sector.
Pero todo eso quedó en el pasado, el mundo cambió y cambia de una manera vertiginosa. La tecnología y los avances científicos han logrado romper fronteras, transformar nuestras vidas, revolucionar el entorno en un viaje sin regreso.
La problemática de nuestro gremio está diagnosticada en exceso. Sin embargo, de soluciones, propuestas o estrategias hay muy poco. Nos mantenemos en un círculo vicioso lleno de quejas o lamentos. De los gobiernos recientes solo quedan promesas incumplidas y de los entes institucionales que agrupan al sector pequeños esfuerzos aislados.
Se necesita ponernos a tono con las circunstancias actuales, competir con las herramientas modernas y sacarles provecho a nuestras fortalezas. El ejemplo del barrio Restrepo es claro. Si logramos acercar al consumidor final de forma directa y masiva podríamos mejorar precios e incluso volúmenes de venta. En esencia es similar a lo que hacen las aplicaciones. Pero esto requiere inversión, un gremio sólido y alguien que lidere el proyecto.
Las estrategias tienen que ser múltiples. No solo son las redes sociales. El barrio San Francisco, en Bucaramanga, es otro caso de cómo sacarles provecho a las fortalezas locales. En cada casa existe la fábrica, el almacén de venta al público y las oficinas de administración. He estado allí y es un ejemplo palpable de creatividad, emprendimiento e ingenio.
En medio de una situación crítica debemos tener un gremio sólido, monolítico, con ideas que entusiasmen y unan. Los esfuerzos aislados, dispersos, debilitan al sector. Es tan evidente lo poco que pesamos a nivel gubernamental que en los medios de comunicación no sonamos para nada.
La revolución informática ha tomado una fuerza incontenible. Comprar cualquier bien o servicio ya no depende de desplazamientos físicos ni de un lugar específico del planeta. Estamos a un “click” de distancia de todo. Por eso es fundamental basar las estrategias en las ventajas competitivas que tenemos.
Se requieren esfuerzos económicos, unión, convencimiento y constancia. Hay que replicar de forma masiva el ejemplo de los barrios mencionados. Por supuesto los gastos en publicidad son considerables, pero los beneficios a mediano plazo son excelentes.
También se necesita garantizarle al comprador seguridad, comodidad, establecimientos adecuados, atención profesional, productos de calidad, precios razonables. Darle motivos para acercarse y probar que vale la pena regresar.
Nos encontramos en un periodo complicado de la historia, el país viene de una pandemia, de unos cambios políticos y económicos complejos. Las circunstancias nos obligan a sobrevivir con muchas variables en contra. El ingenio del colombiano es el arma fundamental.
Los bienes, servicios e incluso los alimentos, han sufrido aumentos de precio considerables. Los costos de las materias primas para la industria del cuero, calzado y afines andan por las nubes. Fabricantes y comercializadores luchan por subsistir.
Por esta época comienzan en el país una serie de ferias sectoriales. Cada una por su lado -y están en todo su derecho- busca ganar mercado, generar ventas, crecer. Eso es muy loable. Creo, es una opinión personal, que un evento único y sólido tendría mayor repercusión nacional e internacional. Brasil y México son casos evidentes y nos llevan mucha ventaja.
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