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NAVIDAD BAJO CUIDADOS

𝗘𝗻 𝗹𝗮 𝗿𝗲𝗮𝗽𝗲𝗿𝘁𝘂𝗿𝗮 𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲𝘀𝗮𝗿𝗶𝗮𝗹 𝘆 𝗰𝗼𝗺𝗲𝗿𝗰𝗶𝗮𝗹, 𝗲𝘀 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗼𝗿𝗱𝗶𝗮𝗹 𝗲𝗹 𝗮𝘂𝘁𝗼𝗰𝘂𝗶𝗱𝗮𝗱𝗼 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗿𝗮𝗿𝗿𝗲𝘀𝘁𝗮𝗿 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗮𝗴𝗶𝗼𝘀 𝘆 𝘂𝗻 𝘃𝗲𝗿𝗲𝗺𝗼𝘀 𝗮 𝘃𝗲𝗿 𝗾𝘂é 𝗽𝗮𝘀𝗮, 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲𝗿í𝗮 𝗳𝗮𝘁í𝗱𝗶𝗰𝗼 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝗮𝗽𝗮𝗿𝗮𝘁𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗱𝘂𝗰𝘁𝗶𝘃𝗼 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝟮𝟬𝟮𝟮.


Las luces decembrinas les cambian automáticamente la actitud a las personas, y no es para menos: la Navidad significa alegría, regocijo y un momento para departir en familia.

Es una tradición en la que se pone sobre la mesa lo hecho durante un año, que hasta el 2019 fue normal; luego apareció la Covid-19 y el 2020 se celebró con mesura; ahora el 2021, que pareciera ser el rescate de lo tradicional, no es para dormirse… el virus no se ha ido; es indispensable ser cautelosos para evitar desgracias por no saber esperar la normalidad, que depende de cada persona.

La reapertura empresarial y comercial está en su furor, más por necesidad que por el virus, que algunos creen que es historia, y no es así: el riesgo de contagios es total, por lo que es necesario continuar atendiendo las recomendaciones de los médicos; por lo tanto, el tapabocas y el distanciamiento tendrán que prevalecer durante el fin de año, sacrificando emociones, abrazos y besos, por salud.



No hacer caso será abrirle más espacios al contagio. La vida depende de nosotros, entonces a cuidarnos para evitar profundos dolores. Sin excepción, quienes amamos la vida estamos obligados a respetar los Protocolos de Bioseguridad en el trabajo, en la calle, en el hogar, en cualquier lugar… el Covid-19 no es mentira, mata; debemos contrarrestarlo con inteligencia.

La vacuna, sí o sí, es para alargar vidas. Aquí no aplica la política, ni la religión, ni las creencias. Es un biológico que ayuda a que permanezcamos vivos durante más tiempo; nos guste o no, es necesario hacerse inmunizar, porque si unos sí y otros no, crea más incertidumbre, en una comunidad que se siente medio atrapada, pero con la ilusión de ganar una batalla impredecible; no se sabe hasta cuándo conviviremos con el virus.

La supervivencia está en nuestras manos. El producir no tiene escape. Los seres humanos tenemos tareas y habrá que cumplirlas, sin mirar atrás; por el contrario, buscando opciones que garanticen mejor calidad de vida, que es la que se ha venido deteriorando por no utilizar adecuadamente las herramientas que contribuyen al desarrollo socio económico y protección de la naturaleza, que dependen de la disciplina y conciencia de cada individuo.

El mundo se mueve por la economía. La industria y el comercio son bases del bienestar, de la salud y de la educación. El desarrollo empresarial es resorte de visionarios que, en el caso del sistema moda: cuero, calzado, marroquinería, textiles, confecciones y similares, son catedráticos, en su mayoría de pequeñas fábricas, que sostienen sus negocios gracias a la calidad de sus artículos y al amor por lo que hacen, que tiene varios componentes: compromiso industrial, comercial y social, aunque este último poco impera a nivel gubernamental. Interesa el cuánto pagan de impuestos y defiéndanse como puedan de los contrabandistas y la competencia desleal que, unidos a la informalidad, cada vez más sacan del contexto económico a quienes le dan identidad a Colombia, que es un país rico, pero con un déficit moral lamentable; los políticos lo centralizaron todo, sin el beneplácito de ellos, nada camina, lo cual está agudizando la miseria.

A los zapateros y confeccionistas, el Estado les debería rendir tributo, por la decisión que tienen en invertir, inclusive a pérdida, convencidos de que habrá un mejor mañana. El Covid-19 les trajo un nuevo reto a los actores del sistema moda, quienes afrontan los altos precios de los materiales, que se salieron de la horma del zapato por ser importados de China, desde donde se disparó el transporte de insumos y productos terminados hasta en más de cien por ciento.

Los pequeños zapateros colombianos encontraron una fórmula para equilibrar las cargas: le aumentaron el costo al calzado, algo que parecía una odisea; los comercializadores no acepaban alzas, pero tuvieron que entender la situación, por lo que los fabricantes que lograron pedidos a precios aceptables en las ferias, cumplirán, los demás están diciendo NO, a menos que renegocien con los distribuidores mayoristas.

Era hora de buscar soluciones entre el productor y el comercializador. El fabricante no podía continuar como venía: haciendo zapatos para que el comercializador se lucrara, aprovechando que el zapatero hace sin medir costos y, lo peor, sin ningún respaldo que lo identifique ante cualquier autoridad como protagonista de la actividad económica, que se tipifica como evasor.

Estamos… seguimos aprendiendo, dicen los fabricantes de calzado, que son primordiales, y están entendiendo mucho más que la ilegalidad es su verdadero enemigo.

Quiera Dios que durante la recta final del 2021 las producciones y ventas de zapatos y afines sean millonarias. Así, el sector recibirá el año nuevo con una prometedora recuperación de la Cadena Productiva del Cuero, Calzado y Marroquinería; Textiles y Confecciones, que, con una guerra más eficaz al contrabando, será una joya.

¡Cuidemos la salud, es la verdadera riqueza de la vida!


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