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No se sienten representados por quienes los ‘defienden’

PEQUEÑOS ZAPATEROS NECESITANUNA SILLA EN EL ALTO GOBIERNO

La persona no debe tener intereses políticos, ni particulares, tendrá que ser un trabajo ad honorem


Uno se sorprende cuando quienes se consideran dueños de los gremios salen a decir que tienen organizada la industria y el comercio, sin siquiera haber visitado los lugares donde se mueve la economía del diario vivir.


Aquella que soporta el agua y el sol, en la que si vendió comió, a la que pocos, por no decir nadie, voltea a mirar. ¡Qué horror, y ese tal por cual cómo se atreve a mencionarnos en los medios de comunicación sin conocernos y a dar resultados sobre lo que sólo conocemos nosotros: pobreza y miseria!, señalan con indignación quienes se sienten agredidos por unas personas que manejan desde un escritorio y un celular el cómo y quién es cada persona, sin haberla visto. Menos cuál es su situación.

La gente del común dice no sentirse representada industrial y comercialmente por organizaciones que dicen representarlas y lo que buscan, además de protagonismo, es poder político… impresionar al gobierno, sin que les hayan dado derechos los protagonistas del vivo con lo que tengo.

Quienes, con voz gritona y a veces sensible, aparecen en la televisión y en la radio diciendo organizamos, tenemos todo bajo control, son los que representan a las grandes empresas, a los poderosos de la economía, pero se hacen pasar como los defensores de los conglomerados, para mostrar un poder que no tienen, que nadie les ha dado, menos cuando se habla de microeconomía, de economía casera y callejera, que pasa desapercibida.

Quienes utilizan el buen nombre de la famieconomía, son impostores que merecen un carcelazo. Por decir mentiras y aprovecharse de aquellos que no tienen voz para defender sus intereses, que no son otros que calidad de vida.

Los pequeños zapateros y confeccionistas necesitan una silla en el alto gobierno. No más voceros infiltrados, que por ser amigos de los políticos se atreven a representar a quienes no les han dado ninguna autorización.

Ha llegado el momento de que los fabricantes de calzado, confecciones y afines, sean representados por sabios del desarrollo empresarial, que conozcan la importancia de la industria de la moda y que con sus conocimientos le digan al gobierno qué deberá hacer para que mejore la productividad en esta línea de la economía que cuenta con más de 143 mil microempresarios visibles y unos cinco o seis mil más, del mismo talante, que pasan desapercibidos, los cuales merecen una mejor suerte, no porque tengan que darles, sino porque se la han ganado a pulso… fabricando calzado y confeccionando ropa en una pequeña pieza, en la que además preparan sus alimentos y duermen, sin quejarse, porque no hay para más.

Los zapateros y confeccionistas, con una silla en el Estado y unos cinco sabios pregonando la importancia de estos héroes, harán de la moda no un modelo, sino una potencia, tipo exportación, que servirá para que los adultos y jóvenes sean unos expertos que amen mucho más la zapatería.

El reconocimiento es básico en este proceso. Los zapateros talleristas y caseros se caracterizan por ser satélites de almacenes y tiendas de marca, sus nombres no aparecen por ningún lado, situación que los desanima, porque además de venderles barato, quienes se llevan los elogios de un excelente producto son los comercializadores, situación que desmotiva y aleja a quienes no pueden surgir, tanto así que dejan este arte por siempre.

Los Intelectuales del Calzado tendrían la misión de darles la importancia a los zapateros, bajo parámetros de legalidad, para que el gobierno los tenga en cuenta.

Guillermo Criado, María Del Mar Palau, Ana María Lleras, Antonio Londoño y Yesid Angulo, entre otros, podrían ser los indicados.

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