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Los zapateros, con disposición de cambio

NOS UNIMOS O NOS JO…

Estabilizar precios, un paso inevitable


UN día le pedí a la vida que me diera la fórmula para ser feliz y la respuesta fue contundente: haga valer sus conocimientos, no espere que le regalen, sea leal, solidario; no permita que nadie se le atraviese en su camino y no escuche consejos de quienes dicen saberlo todo, mejor dicho: sea coherente.

Entonces hice un pequeño pare, bajé la velocidad y, sin dejar de caminar, dije: ¡Soy como medio tarado! ¿Sabiendo lo que tengo que hacer en mi mente, en mi corazón, en mis manos, en mis piernas y en mi cuerpo, y esperando que los demás avancen a un ritmo sostenido y yo mirándolos? Esto no puede continuar así.

Estamos como estamos porque andamos y actuamos de una manera dispersa. El yo nos está llevando a instancias que generan incertidumbre. En lo posible, tenemos que unirnos y demostrarles a las instituciones del Estado, que quienes tenemos la sartén por el mango somos quienes le aportamos al desarrollo, no quienes cogieron la política como un negocio; manipulan lo que sea, comprometiendo la calidad de vida de los ciudadanos, que ven cómo le meten la mano al bolsillo con toda clase de impuestos insostenibles, que nos están llevando a migrar hacia cualquier lugar. A utilizar menos luz, agua y gas, que están en poder de una red de empresas extranjeras, que se dan el lujo de racionar lo que nos pertenece a todos. Es tanto su poder, que ni el mismo Gobierno central ha podido ponerlos en la horma, situación que tiene en aprietos el desarrollo industrial.

Nos unimos o nos jodimos, dijo un zapatero. Es un calificativo perfecto, que se deberá aplicar ya. No es posible que 245 congresistas tengan de rodillas a más de 50 millones de colombianos, quienes son los verdaderos dueños de un paraíso llamado Colombia, que se lo tomó la injusticia, la corrupción y, lo peor, donde la vida no vale nada: el que mata lo premian con casa por cárcel, ¡qué vergüenza!, mientras que quienes se esfuerzan por lo mejor, son castigados, poniéndolos a aguantar hambre, lo cual no se compadece con un país en el que, además, prima el individualismo, la envidia, el plagio, el contrabando, la cultura de la informalidad y el no pago teniendo la plata.

La zapatería continúa en cuidados intensivos. Eso nos obliga a unirnos. La industria de la moda está hecha retazos: los confeccionistas van por un lado y los zapateros por otro. Quienes ganan son los proveedores de materiales y los comercializadores. Los fabricantes de calzado y ropa hacen mucho y reciben poco, situación que exige una estabilización de precios, según los micro, fami y pequeños productores, que viven en carne propia el eterno problema, que se convirtió en una pesadilla. También escasea la mano de obra, por lo que se tendrá que poner en marcha una cruzada que evite un triste final de la zapatería, que está enferma y no estirará la pata si se aplica el somos más, que permita oxigenar este arte, que para unos incomoda el nombre de zapateros y para otros son industriales del calzado.


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