AMOR POR LOS PIES
A VECES pecamos por ingenuos y por creer más en lo que nos dicen que en lo que sabemos, y moriremos ilusionados por no aplicar, así haya tropezones, los conocimientos que la mente nos genera.
La industria de la moda es una diosa que camina desde el vientre de nuestras madres, quienes durante los nueve meses de gestación están pensando en el calzado y la ropa que le colocarán al chiquitín.
El zapato y el vestido son, y serán, siempre artículos de la canasta familiar. Nadie estará desnudo, la pobreza no significa que los niños o niñas estén, como se dice popularmente, en bola, lo cual garantiza que el sistema moda sea un fortín.
Muchos observan a los zapateros por encima del hombro, por manejar su propio estilo, que se concentra en producir lo que les parece y no lo que la sociedad quiere, panorama que ha venido cambiando por exigencia de los consumidores, quienes, ante tanta variedad, son los que imponen la moda, situación que los está obligando a fabricar lo que la gente desea ponerse.
Antes se miraban los pies para satisfacer a la clientela, ahora es inevitable observar el paso a paso, para que el negocio no sea flor de un día, por no marchar al ritmo de las tendencias.
Es una imposición de los chinos, que se apoderaron de los mercados del calzado y vestuario, sin necesidad de pelearse con nadie, hasta en el precio son unos tigres.
El amor por los pies tiene a China y a todos los asiáticos, en la cumbre… la mayoría de productores y comercializadores viajan a la tierra del Sol Naciente a enterarse de cuál es la fórmula para producir tantos millones de pares y en vez de regresar con ideas frescas, resultan comprando, lo cual se ha convertido en una daga para la industria zapatera, que en Colombia ha venido de más a menos, por la invasión de calzado chino, que llega medio legal y de contrabando, sin que nadie sepa por dónde ni cómo lo hacen.
El Estado, que recauda billones de millones está en la imperiosa obligación de garantizar no solo la estabilidad jurídica, sino económica, de la industria de la moda, que es protagonista. Los zapateros y confeccionistas son actores importantes del desarrollo empresarial y ha llegado el momento de que se les reconozca, con creces, su compromiso con el país.
Los fabricantes de calzado, ropa y afines, somos utilizados para presentar proyectos; a partir de allí, es nulo el compromiso de quienes planifican y expresan que invierten en quienes promueven la industria y, a través de ella, el empleo, dijo un doliente directo de la zapatería, quien recibió el primer regalo del 2024: la visita de funcionarios del Gobierno a exigirle documentación, en vez de preguntarle qué necesita para que su empresa sea más estable y competitiva.
Lo cual no es novedad: se volvió costumbre que a las empresas legales les sigan la huella, pero en especial a los zapateros y confeccionistas (organizados) que garantizan mano de obra y, en lo posible, empleo formal. Lo cual no sería ningún adefesio si les lanzan salvavidas ($$$) para que no den un paso al costado o tengan que engrosar las filas de la informalidad, que es terrible para el desarrollo industrial, que está expuesto a que los saquen de los mercados y quedemos en manos de los extranjeros, que traen toda clase de productos, aprovechando las debilidades de los empresarios.
El sistema moda de Colombia: zapateros y confeccionistas, requiere con urgencia, señor presidente Gustavo Petro, estrategias que les permitan desfilar en las grandes pasarelas del mundo.
La intención del Mandatario es excelente, pero a leguas se evidencia que el hilo se enreda en las entidades responsables de reactivar a los micro, fami y pequeños empresarios, que continúan con las mismas: haciendo lo que les parece, no lo que la base de la productividad requiere, lo que tiene en riesgo la calidad de vida de miles de personas que han encontrado en la zapatería y las confecciones el pan de cada día.
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