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MEDICAMENTOS: UN DOLOR DE CABEZA

La Nueva EPS deberá garantizar la entrega…


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EL sistema de salud en Colombia se volvió una enfermedad: quienes asisten al médico pierden tiempo y dinero; al no haber medicamentos, tienen que buscar cómo adquieren lo formulado, porque no los hay en los dispensarios, situación bastante grave; en el caso de las insulinas, son costosas y no todos tienen la opción de comprarlas en las droguerías y lugares especializados. Es tan delicada la situación, que ni Acetaminofén están entregando, dijo doña María, quien a las 6 de la mañana va a la Caja de Compensación Familiar Cafam (Bienestar Centenario) a ver si de pronto han llegado los medicamentos pendientes. La respuesta es no han llegado, vuelva después, esté pendiente, vía correo le avisaremos, es la respuesta, señala María, quien, como muchos usuarios de la Nueva EPS, acuden a los ahorros, sacrifican una alimentación digna por comprar la Insulina Humana Glulisina y la Insulina Glargina; la Metformina y el Carvedilol, que son vitales para controlar el azúcar de quienes sufren de diabetes, comentó la usuaria, quien a veces acude a las personas de buen corazón para que los remedios no le falten ¿Quiénes tienen frenado el sistema de salud en Colombia? ¿El Gobierno, los prestadores de servicios o los laboratorios que producen las medicinas? Es la gran pregunta, no solo de doña María, quien durante su juventud y vida productiva laboró en la industria del calzado, un sector que, con excepciones, maneja la seguridad social, por aquello de la informalidad, inestabilidad de los trabajadores y por ahorro. La Nueva EPS, que acoge a miles de personas, especialmente del salario mínimo, está obligada a garantizarles los medicamentos a sus afiliados, quienes pagan por anticipado un servicio que han cancelado a través de los años y siguen pagando la salud, que es descontada de la mesada mensual. Quienes atenten contra la salud de la gente, deberían ser castigados: están sentenciando la muerte de quienes merecen una atención especial, pero no. La salud es un negocio en el que ganan quienes la manejan, que reciben billones del Estado, mientras que quienes tienen derecho a ella, andan con un pie en la tumba. En el sistema de salud en Colombia existe una dolorosa corrupción, que trabaja de la mano, sin que los organismos de control y las autoridades apliquen la Ley y si adelantan alguna vigilancia, son pañitos de agua tibia, todo es ‘estamos investigando… en averiguaciones’. Cuando surge algo serio, hacen la más fácil: relevan a quienes podrían tener responsabilidades y archivan las denuncias. Lo único cierto de la salud es que no se habla de millones, sino de billones de pesos, que van a parar a las arcas de unos pocos, menos entre quienes necesitan un servicio integral eficaz que garantice bienestar y vida. No se trata de que el médico formule, se trata es de que haya los medicamentos, en este caso que la Nueva EPS y los responsables de entregarlos cumplan con lo pactado. De no ser así, amerita, además de sanciones y castigos, cárcel para los responsables de burlarse de quienes padecen de enfermedades riesgosas. Empresas como las de la industria de la moda: cuero, calzado y afines; textiles, confecciones y similares, requieren personas calificadas, con óptimas condiciones de salud, que les permitan desarrollar actividades diarias y para eso es indispensable estar física, corporal y mentalmente muy bien. De ahí depende el rendimiento, la salud marca la diferencia en cualquier oficio, arte o profesión. La Nueva EPS juega un papel preponderante en la salud y bienestar, tanto de los operarios, como de la gente del común, que considera que la mejor empresa del Estado en Salud tendrá que mejorar sus servicios con urgencia, en lo que concierne a garantías en la entrega de los medicamentos oportunamente. De lo contrario, alguien tendrá que responder por el peligroso incumplimiento, en el que está de por medio una muerte segura.

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