RESPONSABILIDAD EMPRESARIAL
- JOSÉ YESID ÁNGULO CAMPOS
- hace 19 horas
- 3 Min. de lectura

Entramos en la recta final del 2025 y, en medio de los altibajos, la industria de la moda de Colombia continúa demostrando que los zapateros, confeccionistas y afines, son dueños, no solo de ideas, sino de un enorme compromiso con el desarrollo económico del país. Al son que les toquen bailan, convencidos de que su inteligencia y decisión son básicas para competirle al calzado y ropa chinos, que una vez más saturan el mercado, lo cual es preocupante porque decayó el consumo de prendas de vestir y por lo tanto el desempleo. Hoy, dependen de la conciencia de los consumidores, quienes tienen la potestad de elegir entre lo hecho con manos colombianas y los artículos asiáticos, sin que las autoridades hayan logrado contrarrestar este flagelo. Es allí donde se conoce cuál es la capacidad de resistir y de demostrarle al mundo que los colombianos son más competitivos de lo que muchos se imaginan: son genios en calzado y ropa; el ‘pero’ está en cómo sostenerse, no en cómo hacer, que es lo que pregonan muchas organizaciones. Es bastante lamentable que sea más importante el que comercializa que el que produce zapatos, que utiliza una estrategia, no de ahora, sino de muchos años atrás: que es comprar barato, a crédito… y al ‘le cancelo cuando pueda’ creando un deterioro en la base de la zapatería, que es muy sensible por el estilo que manejan los micro y famiempresarios, en el que impera la informalidad; por lo tanto, brillan por su ausencia los créditos, la credibilidad y la confianza. Cuando analizan por qué han salido del mercado más del 90-95 por ciento de los zapateros que producían pares, las respuestas son tajantes: capital de trabajo, indisciplina e incumplimiento. Esas son tres piedras en el zapato que los alejó de este arte, en el que dejaron huella; algunos poseen una capacidad envidiable, pero a la vez una debilidad, que es someterse a las reglas del desarrollo empresarial, que no admite términos medios, menos por la voracidad de los chinos, que aprovechan al máximo las debilidades del adversario para marginarlo del comercio. Los gobiernos de Colombia, a través de la historia, se han hecho los ciegos y sordos ante las necesidades de los industriales del calzado y confecciones. Han ignorado la importancia de estos sectores. No han tenido en cuenta el empleo (mano de obra), que generan en los estratos 1 a 3. Para ellos eso no cuenta. Les interesa, como dijo un empresario, facturar. La parte social no cuenta y hablan de ella como si verdaderamente estuvieran comprometidos con el tema, que suena bonito e ilusiona, pero los dineros que destina el Estado para darles identidad a la zapatería y las confecciones, no está llegando al lugar indicado: a la industria y a la economía barrial, que es donde piden apoyo para que sus famiempresas no mueren de pie. La industria del calzado no necesita que le regalen nada, lo que requiere es inversión visible. De no ser así, como se ha dicho tantas veces, Colombia será una tienda de calzado y ropa extranjeros. El que por cada 10 pares de zapatos que se venden, 8 sean chinos, toca los bolsillos y no es por calidad, es por precio. Los comercializadores colombianos, que eran una barrera para decirle no a los zapatos y artículos asiáticos, les abrieron las puertas de par en par, con el pretexto de que aquí no hay capacidad de respuesta en producción. Le apostaron al gano yo y que se acabe la zapatería nacional, que a la mayoría les permitió enriquecerse y ahora, cuando deberían dar el paso adelante para fortalecerla, le dan la espalda, dando una muestra de oportunismo, deslealtad y poco amor de Patria. Los zapatos chinos los compran al contado y el calzado colombiano lo quieren f iado, y lo peor: pedidos de palabra, nada de documentos que certifiquen que es un negocio bajo todas las normas jurídicas. La zapatería de Colombia sigue en cuidados intensivos, más no morirá. El respiro está en la respuesta de los consumidores, en quienes se confía que compren zapatos y ropa nacionales durante la Navidad, para que el Año Nuevo llegue cargado de excelentes augurios.






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