LAS AMENAZAS OCULTAS DE LA RUTA DE LA SEDA:
- Guillermo Criado
- 1 jul
- 3 Min. de lectura
UNA ADHESIÓN QUE DEBEMOS MANEJAR CON GUANTES FINOS

La adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda plantea una disyuntiva crucial para la industria nacional del sistema moda. Con un comercio bilateral desbalanceado y un flujo creciente de productos chinos subsidiados, nuestra capacidad de reacción definirá el futuro de más de 142.000 empresas (95% micro y pequeñas empresas) que sostienen cerca de dos millones quinientos mil empleos en el país. Un panorama alarmante que exige respuestas concretas. Antes de evaluar la viabilidad de esta adhesión, es imprescindible revisar las cifras. En 2024, Colombia exportó a China aproximadamente 2.300 millones de dólares, mientras que las importaciones desde China superaron los 15.000 millones de dólares. A este desbalance debemos añadir un factor aún más preocupante: según la DIAN, solo en diciembre del año pasado ingresaron al país 400.000 kilos diarios en paquetes de mercancía china a través de plataformas como TEMU, SHEIN y ALIEXPRESS, un comercio “contrabando hormiga” no regulado que evade impuestos y no genera empleo en nuestro país. Si a esto sumamos el contrabando abierto, el contrabando técnico y el comercio informal impulsado por el e-commerce, las cifras oficiales subestiman el impacto real de los productos chinos en nuestra economía. De hecho, las estimaciones sugieren que el total de importaciones chinas —formales y no formales— alcanza los 38.000 millones de dólares al año. Ahora la pregunta es inevitable: ¿qué ocurrirá cuando Colombia se adhiera oficialmente a esta alianza? Si ya enfrentamos una avalancha comercial que amenaza con desestabilizar nuestra estructura productiva, la situación podría volverse insostenible sin medidas de protección adecuadas. Ruta de la Seda: oportunidades y riesgos para el sistema moda La adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda promete beneficios en inversión extranjera, desarrollo agroindustrial, avances tecnológicos e infraestructura. Sin embargo, el sistema moda y el calzado enfrentan un peligro inminente. China sostiene su producción con subsidios masivos, generando costos imposibles de igualar para los empresarios nacionales. Sin medidas estratégicas, la industria colombiana corre el riesgo de ser arrasada por un tsunami comercial. Es fundamental que el gobierno implemente regulaciones que garanticen una competencia justa y protejan a los productores locales. No podemos ignorar que China busca consolidar su dominio en el mercado latinoamericano: no hay almuerzo gratis. El papel clave de las exportaciones: debemos mejorar nuestra estrategia. Colombia no puede limitarse a resistir la avalancha de importaciones chinas; debe asumir un rol proactivo en el mercado global. En 2024, exportamos apenas 40 millones de dólares en calzado y 47 millones en marroquinería, cifras que palidecen ante la imparable oleada de importaciones. Solo en el último año “sin contar contrabando”, Colombia importó 504 millones de dólares en calzado y 202 millones en marroquinería, en confección exportamos 511 millones de dólares e importamos 686 millones de dólares mientras que en textiles exportamos 213 millones de dólares e importamos 1.683 millones de dólares con China consolidándose como el principal proveedor. Este desequilibrio, ya alarmante, se verá agravado si Colombia ingresa oficialmente a la Ruta de la Seda sin mecanismos de protección y fortalecimiento de su industria. Países como México han demostrado que, con estrategias de exportación agresivas, se puede equilibrar la balanza comercial frente a China. Su enfoque en acuerdos estratégicos con mercados europeos y estadounidenses ha permitido mantener su industria competitiva. “ C o l o m b i a no puede seguir perdiendo terreno: necesitamos una ofensiva comercial que nos haga visibles en el escenario global”. El llamado a la acción: proteger nuestra industria con inteligencia. Las soluciones existen, pero requieren voluntad política y coordinación efectiva entre gremios y empresarios: - Mantener los aranceles al calzado importado para frenar la competencia desigual, como lo han hecho Brasil y otros países con éxito. - Eliminar los aranceles a materias primas no producidas en el país, fortaleciendo la producción nacional sin elevar costos innecesarios. - Fomentar el acceso a financiamiento y capacitación para empresas del sector moda, replicando los modelos de incentivos en la Unión Europea. - Combatir el contrabando y regular el comercio digital, garantizando que las plataformas que operan en Colombia cumplan con las normativas fiscales y laborales. - Fortalecer la presencia de Colombia en mercados internacionales, incentivando la exportación con misiones comerciales y alianzas estratégicas. El sistema moda colombiano es más que una industria: es identidad, es empleo y es innovación. Con creatividad y estrategia, podemos posicionarnos como un hub regional de moda sostenible y competitiva. Italia y Panamá han abandonado la Ruta de la Seda, al igual que otros países que cuestionan su impacto económico y su dependencia financiera de China. La historia demuestra que una adhesión sin estrategia puede comprometer la industria nacional. Si no defendemos nuestra posición hoy, mañana seremos meros espectadores de nuestra propia desaparición. *El autor de este análisis es, además de alto ejecutivo de Pat Primo, presidente de la Cámara Colombiana de la Confección.
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