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Pedir respeto y dignidad no es un pecado

Mike Kines

EL ZAPATAZO DE DONALD TRUMP

Para pelear se necesitan dos. El presidente de E.U. está desafiante


Foto: Especial para el Periódico El Peletero -  Donald Trump no admite imposiciones de ninguna índole
Foto: Especial para el Periódico El Peletero - Donald Trump no admite imposiciones de ninguna índole

EL tema de la migración se convirtió en la disculpa perfecta del presidente de Estados Unidos Donald Trump para desafiar a quienes no acepten sus órdenes.

Para la muestra un botón: Gustavo Petro pidió respeto por los deportados, a quienes, con esposas y grilletes, suben a los aviones e inmediatamente Trump respondió con medidas que van desde lo político hasta lo económico y social, que dejarían mal paradas las finanzas de Colombia, que les vende artículos equivalentes a 13 mil millones de dólares a los estadounidenses, representados en café, banano, flores, alimentos y artículos de moda, entre otros.

El zapatazo de Donald a Colombia generó diversas reacciones e hizo que los actores de la productividad pusieran el grito en el cielo y trataran hasta de irresponsable y traidor al presidente Petro, a quien culparon de poner en peligro la estabilidad monetaria por atreverse a contradecir al “todopoderoso” Trump, como si las drásticas decisiones fueran contra el mandatario, pero a los que afectarían es a los colombianos.

Las aguas, después de una intensa labor diplomática, volvieron a sus cauces: no habrá aumento de aranceles de un 50 por ciento, seguirán expidiendo visas en Bogotá; tampoco habrá raqueteo en los aeropuertos gringos, pasaportes con sellos rojos y quienes tienen la doble nacionalidad podrán vivir y trabajar tranquilos en el territorio del Tío Sam.

Sin embargo, ese proceder deja abierta la posibilidad de que en cualquier momento le dé otra pataleta al jerarca estadounidense y busque cualquier argumento para poner a temblar a quienes mueven la economía colombiana, quienes están asustados porque Trump aplica el ‘diciendo y haciendo’, no tiene contemplaciones con nadie. Colombia no es la única nación que está entre ojos, situación que obliga a explorar nuevos mercados, con el fin de quitarse esa dependencia que así como da, tambien quita; cuando Donald Trump hace valer sus argumentos del aquí el que mando soy yo, que es un modelo del mandatario, que se caracteriza por su mano dura que, según él, es la manera de disciplinar a una sociedad, que le camina a la Ley cuando le conviene y le juega sucio… si no existen controles vehementes, como es el caso de los migrantes, que por conquistar el ‘Sueño Americano’ exponen la vida.

La disciplina a veces genera controversias, y en un futuro, tras lo sucedido entre Trump y Petro, se deberán agotar todas las instancias antes de tomar decisiones que, en vez de soluciones, provocan disputas, que no dejan nada bueno.

Estados Unidos es una potencia, en toda la extensión de la palabra, que impone lo que más le convenga, y mucho más frente a países como Colombia, que recibe ayudas y no le van a permitir, con razón o sin ella, que le vayan a desobedecer sus políticas; es un libreto que pocos se atreven a contradecir, la mayoría cuida la cuchara, para evitar que les coloquen obstáculos que debiliten la competitividad.

Los actores de la industria de la moda de Colombia manejan negocios interesantes con los estadounidenses. Los zapateros y confeccionistas, con músculo, dependen de ese mercado y dejar de exportar sería darles más espacios a los chinos para que nos sigan invadiendo con productos mediocres, que son adquiridos, como arroz, por los consumidores cafeteros que, increíblemente, prefieren lo asiático y desprecian lo nuestro.

Cuando no pensamos con cabeza fría lo que hacemos, cometemos errores y más cuando se trata de convenios comerciales, que pueden apagar motores. Eso se debe evitar al máximo.

Lo de la migración y los aranceles también tiene en vilo a México, que insinuó aliarse con el gobernador de California para organizar su propia república; a Canadá que no le suministraría más energía, y así por el estilo.

El duelo de poderes tiene nombre: intereses económicos. Los dueños de la economía - empresarios y banqueros - se resisten a que la microeconomía progrese, porque entonces, ¿quién les paga intereses y cómo se consolidan día a día como los intocables del mundo?

Entre el desarrollo y el subdesarrollo existen grandes brechas, quien manda es el que tiene los dólares y los euros; ahí sí, como dice la cantante Arelys Henao, los demás, que hagan fila.

Al desobediente siempre le pasará algo por atreverse a contradecir al patrón.

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